PuebloQuieto

No podría quejarme. Es fácil acostumbrarse a lo bonito. Al paisaje, a la gente, a las oficinas con café Lavazza y jardín con fuentes. A un depa bonito con todo resuelto y a 10 minutos de la oficina y 5 de cualquier otro lado. Al cochesote, a la secadora de ropa, al aire acondicionado y al lavatrastes. A la variedad, al servicio y a los precios de las cosas en oferta. A la seguridad, la organización y el orden.
Entonces, qué es lo que me agobia: ¿regresar al caos o volverme parte de esta mentira bien hecha? Porque la vida en el DF tampoco es "verdadera", es un escenario que se siente cada vez peor armado.
Luego veo mi caos personal: trastes sin lavar, ropa que me emperré en tender en vez de meter a la secadora, comida sin cocinar porque no quiero perder horas en eso... y entonces creo que ni en Suecia tendría remedio y que siempre llevaré ese toque de desorden tercermundista con orgullo.
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